Los caracoles han sido consumidos desde antiguo. ¿Pero desde hace mucho?… Sí, desde la prehistoria.
Existen restos de conchas de estos moluscos en cuevas con miles de años de existencia, “Los humanos ya se alimentaban de caracoles hace 150.000 años”.

En la Roma de los césares se consideraban un manjar y eran engordados en granjas para posteriormente comerlos. A estas granjas se les denominaba cochlearium. Según Plinio el viejo , tenían también propiedades medicinales y los recomendaba como remedio para los dolores de estómago entre otros males.

Durante la Edad Media en Europa debido a la prohibición de comer carne se consumían en la Cuaresma, (no eran considerados ni carne ni pescado).
En el siglo XIX el caracol se pone de moda en Rusia y se convierte en una comida para sibaritas y comensales de la nobleza como el Zar Alejandro I, de quien se decía que podía comer hasta 2 Kg de caracoles en un día, “Caracoles a la Borgoñona”.

El consumo de caracoles de Borgoña se extendió y se puso de moda en toda Francia en la segunda mitad del siglo XIX.
Y es que a pesar de ser despreciado como alimento por algunos, el humilde caracol se ha hecho un hueco entre nosotros. Unas veces porque no había otra cosa que comer, y otras porque hemos sabido apreciar en él un alimento verdaderamente exquisito.